Querido Jesús, soy como una lapa que se agarra y se alimenta de Ti, que eres la Roca. A veces, las olas golpean fuertemente y todo lo que siento me induce a despegarme, separarme y alejarme de Ti. Pero ¡no!, ¡me aferro a la FE!, que es lo que impide que me suelte. Señor a veces estar a tu lado implica temblar, verse sacudido, perseguido, pero no me quiero ir porque te amo. Jesús Tú eres la Roca, yo soy la lapa y el pegamento es la fe. ¡Que así sea! Amén.
Querido Jesús: No te conozco, pero mi corazón te ansía, me gustaría verte. Todos me odian y soy bajito, no sé qué hacer, quiero verte. Me subiré a este árbol. Estoy nervioso, todos me miran, alguno ha sacudido el árbol para que yo caiga. Pero yo, no sé, algo en mi corazón me dice que te veré, que me verás, que tal vez Tú me quieras. Ya vienes, mi corazón empieza a latir, me miras, me quieres, quieres hospedarte en mi casa. Ya soy tuyo, haz de mí lo que quieras. Amén.
Querida María: Tú eres el faro que ilumina mi oscuridad, Estrella de la mañana, María. Tú eres la mano blanca y cálida a la que me sujeto, Virgen poderosa, María. Tú eres el lecho blando donde me tumbo en mi enfermedad, Salud de los enfermos, María. Tú eres la sonrisa que alivia y consuela mis tristezas, Consoladora de los afligidos María. Tú eres la que triunfa sobre mis enemigos, Madre inmaculada, María. Tú eres mi madre y madre de la Iglesia, que es también madre mía, María.
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