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Mostrando entradas de abril, 2021

En la tormenta

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  Estoy en la barca hundiéndome, empapada, tragando agua, mareada, el frío cala mis huesos, los truenos me asustan, y no veo nada. Sin embargo, hoy comprendí, que, en lo más profundo de mí, hay calma, y un amor muy fuerte a Jesús, un amor más fuerte que la muerte. Ninguna tormenta puede hacer naufragar nuestro amor. Pero vivo en la tormenta, y sufro, aunque entiendo que solo me queda esperar, a que Jesús pare la tormenta, cuando Él quiera, como Él quiera. Amén.

Una palabra tuya basta para sanarme

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  Jesús, si solo una palabra tuya puede sanarme, y no la pronuncias ahora, confío que es porque tiene un sentido, confío en que hay una salvación, una sanación integral que me aguarda. Porque si no Jesús, con todo lo que me amas, la pronunciarías ahora mismo, me sanarías ahora. Jesús, esa palabra ya la has pronunciado, resuena en mi interior, aunque yo no la escucho. Jesús, Tú confías más en mi que yo en ti, por eso estás tranquilo en la barca mientras yo me agito. Esa palabra ya la has pronunciado, Tú eres esa palabra, que existía en el principio, y sin ella no existía nada.   Tu eres la palabra en la que hay vida y luz, me agarro a ella en mi oscuridad, porque Tú ya la has pronunciado, y basta para sanarme.    

El Espíritu Santo ora en mí

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  Jesús, a veces el dolor es tan profundo en mi interior que quedo muda, como Zacarías cuando tuvo esa visión en el templo y no creyó. Yo tampoco creo muchas veces, pero no me lo tienes en cuenta, sabes que el dolor es tan fuerte que no puedo hablar. Jesús, estoy muda, estoy ciega, y no sé a dónde ir, me pongo delante de Ti, para que me acompañes, necesito saber que estás cerca Jesús. Jesús, soy tan débil, tan pobre, tan frágil, que cualquier cosa me deja confundida, muda y ciega. Pero en el silencio de mi vida, el Espíritu Santo ora en mí. Amén.

Creo mi Dios ¡y basta!

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En Getsemaní

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  Jesús, siento que estés aquí solo, sin nadie que te consuele. Yo también me siento así ahora, atrapado, rodeado de tinieblas, esperando la muerte, sin salida, roto por dentro, traicionado, confundido, asustado. Jesús, si yo siento este dolor y soy solo yo, y Tú cargaste con el dolor de todos, no alcanzo a comprender como será tu dolor, quisiera consolarte, pero no puedo abarcar tu dolor, es infinito como lo es también tu Amor. Así que me dejo envolver por la infinitud de tu Amor, que me consuela, que me acompaña. Mi dolor en tu carga de dolor es solo una diminuta partícula, pero para mí es también infinito. Así que uno mi dolor infinito al tuyo, y nos quedamos reposando en ese Amor infinito del Padre que todo lo sana, que todo lo consuela, y que nos resucitará a los dos. Amén.