En la tormenta
Estoy en la barca hundiéndome,
empapada, tragando agua, mareada,
el frío cala mis huesos,
los truenos me asustan,
y no veo nada.
Sin embargo, hoy comprendí,
que, en lo más profundo de mí,
hay calma,
y un amor muy fuerte a Jesús,
un amor más fuerte que la muerte.
Ninguna tormenta puede hacer naufragar nuestro amor.
Pero vivo en la tormenta,
y sufro,
aunque entiendo que solo me queda esperar,
a que Jesús pare la tormenta,
cuando Él quiera,
como Él quiera.
Amén.
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