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Mostrando entradas de julio, 2020

Ha llegado la hora

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Ha llegado la hora en que he comprendido que lo tengo que hacer es dejar de buscar consuelo, y simplemente aceptar, afrontar, como hizo Jesús. Además, consuelo, ¿dónde? ¿En las personas?, raramente lo encontraré, y si lo hago será por casualidad, solo por un momento, y será pasajero, y a veces será un consuelo que se convierte en amargura. ¿Y en Jesús?, tampoco, si Él me lo quiere dar, pues bien, pero no esperarlo como si fuera un derecho, porque Jesús es el Bien en sí mismo, y ya se me ha dado.

Inmunidad

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La criatura humana busca resistir, estar dispensada, no ser atacada, ser inviolable, invulnerable, libre y protegida. Sin embargo es criatura y por tanto no es  inmune como desearía, es pobre, limitada y dependiente. Pero sí es libre y amada y protegida por su creador Dios. Dios se hizo hombre y vino a esta tierra, indefenso, vulnerable, esclavo de todos,  y lo hizo por Amor. Jesús el Inmune se hizo débil para que nosotros participáramos de su inmunidad, para que la muerte, para la cual no existe vacuna, no tuviera ya poder sobre nosotros. Esta es la gran historia de Amor que nos atañe a cada uno, todo lo demás es accesorio.         

Garabandal

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La limpieza del corazón es algo que conecta directamente con el cielo, “ellos verán a Dios”, dice Jesús, lo verán aquí en la tierra también. La Virgen se apareció a los limpios de corazón, y ellos creyeron, los sabios y entendidos los persiguieron.   Aunque resucite un muerto los que no son humildes no creerán. No es por falta de señales por lo que no creemos, es preciso un cambio interior, en el corazón. Solamente haciéndonos pequeños podremos entrar en el reino de los cielos.

No sé qué hacer

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No sé qué hacer con todo el dolor que estaba escondido y ahora me sorprende en la oscuridad de la noche. No sé qué hacer con todo el miedo que ahora y siempre estaba dentro de mí.  No sé qué hacer, siento ganas de gritar, de correr y de desaparecer.  A la vez me gustaría vivir y ser libre.  Tal vez tú sí sepas que hacer y no me entiendas. Puede que quieras ayudarme pero no sé por qué. No sé qué hacer ni en quién confíar. Y las palabras fáciles no me ayudan. No sé qué hacer pero más bien no sé cómo vivir, ni cómo morir. Sólo una luz guía mis pasos, la confianza en Jesús, aunque su luz ahora es más oscura que la noche, una noche sin luna, densa y profunda. ¡Ven Jesús!