El soplo de la Vida

La criatura humana vive inmersa en el misterio, no se conoce a sí misma, los demás se muestran impenetrables ante ella, y su Creador también permanece oculto. Se diría que la criatura es como un niño, jugando al tesoro escondido, sabiendo que su Padre al final, le entregará el tesoro. Y para jugar hay que ser un niño, por eso solo los que son como niños entrarán en el reino de los cielos.

  La santificación, la salvación, la unción, la purificación, el consuelo, la escucha, la protección, la defensa y la alabanza están en Cristo. En su alma, en su Cuerpo, en su Sangre, en su Agua, en su Pasión, en su Nombre, en sus llagas, en sus santos. Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén

  Esa mano que me tiendes es tan frágil como una rama que se quiebra, y aún así me aferro a ella hasta que se rompe, y me dejo caer como el que recorre un camino ya muy conocido, llego al suelo y no sé por qué, me vuelvo a levantar. La mano ahora no está, casi mejor así porque tengo miedo de volver a caer, aunque siendo sincera, tengo más miedo a que no me sueltes, porque no puedo asimilar el amor.  .