Jesús, ayúdame a solventar este problemilla
Jesús, las vanidades del mundo son humo, pero en este mundo vivo, y el humo a veces es tan denso, que no se ve nada, no se oye nada. Jesús ¿por qué tu voz se oye tan lejana? y ¿por qué el mal no para de gritar? una y otra vez, una y otra vez, sin cansarse. Jesús, no creo que sea yo, porque yo solo quiero oírte a ti, y aunque sea débil y aunque sea lo que sea, solo quiero estar contigo. Pero bueno creo que ya sé lo que pasa, el problema no es estar contigo, el problema es dónde estás Tú, en la Cruz. Jesús, ayúdame a solventar este problemilla, ayúdame a amar cualquier sitio donde estés Tú. Amén.