La cárcel del entendimiento
Jesús, a veces mi entendimiento se transforma en una cárcel que impide que me invada el Espíritu Santo. Eso ocurre cuando me hago mayor y no soy como un niño, y no me rindo ante Ti, y no te someto todas mis ideas “tan bien estructuradas”. Jesús, cuando estoy en esta cárcel, no tengo paz ni alegría, y a veces no me doy cuenta de que estoy presa. Al enemigo le encanta que esté en esa cárcel, porque cuando estoy ahí le es muy fácil enredarme, por eso me es necesario ser humilde, hincar la rodilla de mi entendimiento, y someterte todas mis potencias. ¡Ven Espíritu Santo, penetra los barrotes de esta cárcel, ayúdame a salir!