Sed del Espíritu
La sed del Espíritu Santo
no se acaba de saciar,
cada gota de agua
va ensanchando más el alma,
y a medida que ésta se va vaciando
de todo aquello que no la llena,
va creciendo la sed.
La sed del Espíritu Santo
enciende un fuego en nuestro interior,
y cada gota de agua
se pierde en la llama y la aviva,
y entonces la pobre alma vaga por este mundo,
buscándole por todas partes,
en todos los rostros y palabras,
deseando ser quemada en su fuego
y ahogada en su agua.
Comentarios
Publicar un comentario